27/01/2014
Adiós a las réflex
Las grandes revoluciones no se deben a sucesos puntuales, catastróficos, sino a poderosas fuerzas soterradas y duraderas. Nuestra incapacidad para mirar debajo de la superficie de la realidad nos hace ciegos para adivinar cuándo y cómo sucederá el siguiente gran cataclismo.
Este diagnóstico se puede aplicar a muchos aspectos de nuestra vida social. El campo de la evolución tecnológica y su impacto en la sociedad es uno de ellos. Esta introducción viene a cuento al aplicarse a una de las vacas sagradas de la fotografía, uno de esos conceptos, aparentemente inmutables, que han presidido la tecnología fotográfica durante medio siglo: el sistema réflex.
Dotado de una complejidad nada despreciable, su refinamiento ha llegado a tales niveles que ni siquiera el cambio de la emulsión fotosensible por los fotodiodos de los sensores digitales ha alterado en nada su posición superpredadora en la cadena trófica de la calidad fotográfica. Si quieres la mejor foto –técnicamente hablando- tienes que recurrir al sistema réflex.
¿De verdad? ¿Nada ha cambiado para que, allá por 1995, la digitalización de la fotografía no supusiese la semilla de su destronamiento? Cierto es que el torrente de cámaras digitales compactas tomó el mercado al asalto, hiriendo mortalmente a la película, cuyo consumo mayoritario se producía en pequeñas y sencillas cámaras, incluso desechables. Aburridas, también. Los nuevos cacharritos, con su inmediatez concretada en la visión de las fotos recién tomadas en su sencilla pero cuca pantallita, revolucionaron este segmento, el más popular de la fotografía.
Y, sin embargo, las réflex seguían a lo suyo, siendo el santuario de la fotografía seria, tanto para aficionados como para profesionales. Tan inexpugnable era su fortaleza que permanecieron ajenas al cambio de soporte hasta el comienzo del siglo XXI. Y cuando se digitalizaron, lo hicieron siguiendo el camino más fácil, cambiando lo menos posible. El espejo traslúcido (con su correspondiente subespejo trasero) y los tres caminos ópticos que alimentan al visor, al sensor y al sistema de enfoque por detección de fase permanecieron, ajenos a lo que había cambiado. Sólo debieron reducir su tamaño para ajustarse a un nuevo formato, más pequeño que el omnipresente paso universal. El visor óptico y la proximidad de la cámara al rostro configuraban la mejor de las formas de fotografiar, sobre todo en exteriores, que es donde más se ejerce la fotografía.
Así las cosas, en los últimos siete años hemos asistido a una estabilización de la tecnología digital aplicada a la fotografía, con segmentos de mercado estables y bien servidos por unos productos relativamente maduros que han practicado el baile del descenso de precios para regocijo de los compradores. La pirámide del mercado fotográfico empieza por los teléfonos móviles y sus bloques óptico-digitales, compuestos de un objetivo de focal fija con capacidad de enfoque y un sensor acoplado. Una parte del software del teléfono es todo lo que se necesita para que éste pueda tomar imágenes fijas y vídeo, compartiendo los resultados con el resto del mundo a través de las redes inalámbricas, gratuitas o de pago.
El siguiente escalón, bastante aburrido y comprimido entre el anterior y el siguiente, lo forman cámaras compactas que intentan atraer la atención del usuario con todo tipo de extravagancias que les haga merecedoras de un lugar entre la creciente colección de cacharros que quieren acompañarnos allá donde vamos: grandes pantallas táctiles, objetivos zoom de rangos focales imposibles, sistemas de protección que aguanten situaciones extremas de temperatura y presión, haciendo a las cámaras casi indestructibles, geolocalizadores para ubicar las fotos en el territorio... Y todo metido en volúmenes cada vez más pequeños, porque la comodidad de transporte es el factor clave de su atractivo, es su argumento supremo de venta.
Y en la cúspide de la pirámide el Dios Réflex mira con displicencia a los demás, confiado en su poderío, jugando a su antojo con los formatos del sensor (hasta cinco diferentes, si no se mira más allá del paso universal) y construyendo sólidos ejércitos de objetivos, flashes y accesorios. Hasta tal punto que nunca antes se habían vendido tantas cámaras réflex como ahora. Un ejemplo paradigmático de cambio tecnológico que mantiene y refuerza el statu quo existente: “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi”, celebérrima cita del Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: aceptar, promover y conducir la revolución para perpetuarse. ¿Fin de la historia?
No. Debajo del romance de vino y rosas entre el sistema réflex y la digitalización de la imagen, un poderoso río de lava subterránea está socavando su supremacía, haciendo más y más fino el sustrato de suelo en el que se apoya, hasta que se rompa y llegue su extinción. ¿No me crees? Sigue leyendo.
No es todo felicidad en el mundo de las cámaras réflex. La llegada del vídeo se ha aceptado a regañadientes en este tipo de cámaras. ¿Por qué? Pues porque, de las dos posiciones que puede adoptar el sistema –espejo bajado o espejo subido- la segunda es molesta y sólo se adopta durante breves lapsos de tiempo, para hacer la foto. La inteligencia del sistema se muestra con el espejo bajado. Así es como el fotógrafo compone y la cámara mide la luz y enfoca. Todo está decidido de antemano cuando se levanta el espejo y el obturador de cortinillas verticales se acciona. Con el espejo levantado, la cámara réflex es, admitámoslo con franqueza, tonta. Desgraciadamente el vídeo exige trabajar en esta posición, así que no es de extrañar la incomodidad de los sumos sacerdotes del sistema réflex cuando tuvieron que incorporar el vídeo, con resultados, al principio, no exentos de problemas: enfoque por contraste excesivamente lento (cualquier compacta le da sopas con honda), calentamiento excesivo del sensor, tiempos limitados de grabación, etc.
Al mismo tiempo, un pequeño grupo de cámaras compactas resistía los embates de la banalización por presiones del mercado y procuraban extraer la máxima calidad posible de los pequeños sensores que son imprescindibles para mantener su tamaño. Con la llegada de sensores con menos densidad de elementos fotosensibles, mayor superficie de captación de la luz (como en los sensores CMOS retroiluminados) y electrónica de tratamiento de la señal más y más refinada, sólo quedaba dotarlos de objetivos zoom luminosos y contenidos en su rango focal para dar una calidad de imagen más que aceptable. Notable, en algunos casos. Así nacieron cámaras que han alcanzado categoría mítica, como la Panasonic LX3, la Canon S90/S95 o la serie Olympus XZ. No llegan, ni de lejos, a las cumbres de calidad y versatilidad de una cámara réflex, pero demostraron que hay vida más allá. Que se pueden diseñar y construir cámaras fotográficas basadas en un concepto radical con un nivel de calidad que atraiga y satisfaga al aficionado experto, al apasionado por la fotografía.
Simultáneamente se producía un fracaso que se iba a convertir en semilla de un éxito. Cosas de la dinámica empresarial del libre mercado: Olympus y Panasonic apostaron su alto de gama a un sistema réflex que dejó indiferentes a los usuarios: el Cuatro Tercios. Total, sólo aportaba una promesa de compatibilidad absoluta que luego no se cumplió del todo, mientras que imponía un formato de sensor más pequeño que el dominante APS-C y, por tanto, una menor calidad de imagen.
Lejos de amilanarse y echar la toalla, el sistema renació bajo el concepto de una cámara compacta sin visor óptico y con objetivos intercambiables, rebautizado como micro Cuatro Tercios. Aunque con cámaras más grandes e incluso con formas similares a las réflex, su corazón tecnológico es un pura sangre compacto. Los modelos se han sucedido y una sana competencia –no complaciente, sino activa- ha refinado los productos y ha puesto de manifiesto que es posible hacer cámaras sin apenas elementos móviles, más fáciles de fabricar, ajustar y reparar. El éxito ha sido tal que todos los fabricantes quieren tener una cámara similar, aunque no cumpla con el estándar micro Cuatro Tercios; ha nacido un nuevo segmento, sin denominación en español (salvo el horroroso término “sin espejo”) y que goza de un divertido acrónimo en inglés: EVIL (malvado), siglas de Electronic Viewfinder, Interchangeable Lenses.
Por otro lado, los fabricantes que quedan fuera del duopolio réflex “Canikon” se han echado al monte y no dejan concepto alguno de la categoría EVIL sin llenarlo de nuevos modelos de cámaras, cuasi experimentales, a ver si encuentran una fisura para sacar tajada erosionando el mercado réflex. Hay tipos de cámaras para aburrir: con objetivos fijos luminosos de focal fija, con forma de telemétricas, con forma de réflex (imitando hasta la forma externa del pentaprisma), con sensores grandes… y cualquier combinación que se te pueda ocurrir.
Tres murallas defienden el castillo donde habita el sistema réflex de las hordas que quieren destronarlo. La primera: la velocidad del sistema de enfoque: el sistema óptico de detección de fase es rápido, muy rápido, siendo el único que garantiza un seguimiento preciso de los sujetos móviles. Por contra, el sistema empleado en las compactas es puramente electrónico y trabaja por detección de contraste sobre la imagen generada por el sensor. Es éste un concepto clave: al trabajar sobre una imagen electrónica, se introduce un ligero retraso que puede resultar fatal allí donde la inmediatez es primordial, como ocurre al intentar enfocar a sujetos en movimiento. El estado del arte nos muestra que la diferencia en velocidad de ambos sistemas de enfoque es casi nula para sujetos estáticos, y todavía grande para sujetos móviles.
La respuesta de las EVIL ha sido doble: por un lado, refinando los algoritmos de enfoque y procesando cada vez más rápido los datos extraídos del sensor. Por otro, introduciendo en el sensor píxeles que emulan los existentes en los sistemas de detección de fase, permitiendo este modo de enfoque. No se sabe cuándo llegarán al nivel de prestaciones de enfoque de las réflex, pero en ello están.
La segunda es la calidad de la imagen mostrada en el visor. El visor óptico de las réflex aprovecha décadas de desarrollo y de mejoras en su calidad, lo que garantiza imágenes precisas, nítidas y amplias, al menos con los tamaños de sensor más grandes: APS-C, APS-H y paso universal. (también conocido como FF, siglas en inglés de fotograma completo), mientras que los visores electrónicos han resultado patéticos hasta hace bien poco y la pantalla LCD trasera es poco práctica a plena luz del día y exige mantener la cámara separada del cuerpo, una posición inadecuada para fotografiar. Sin embargo, heredados del mundo del vídeo, han aparecido visores electrónicos de una calidad sorprendente y de un tamaño tal que rivalizan con los visores ópticos de las cámaras baratas, o equipadas con sensores más pequeños. Dada la evolución pasada, los visores electrónicos futuros no harán más que mejorar espectacularmente.
La tercera es la inmediatez de la visión directa frente a la imagen electrónica. Un visor electrónico muestra la realidad en clave de pasado ya que introduce un breve retraso, el que se necesita para extraer la información del sensor y procesarla. Puede que sea un retardo breve, medido en milisegundos, pero suficiente para arruinar fotos en especialidades como la foto deportiva o de naturaleza.
Puestos a predecir el futuro, creo que la industria fotográfica ha cruzado el punto de no retorno y ha condenado las réflex a la fosa común del tiempo, del olvido y de las páginas web de cámaras “históricas”. Caerán primero las réflex baratas, mar tarde las destinadas al aficionado exigente y, al final, las profesionales.
Es un cambio imparable.
29/11/2013
Ver fotos, pensar fotos.
Hablemos de dos de los defectos más comunes que afectan a los fotógrafos aficionados.
¿Vemos suficientes fotos? No. En plena madurez de Internet, no tenemos excusa. Antes, ver fotografía de calidad era caro y difícil. Había que recurrir al limitado caudal de exposiciones (de calidad, la basura siempre abunda) de tu ciudad, o los caros libros de fotografía. El que no tenía dinero o vivía alejado de una gran ciudad, lo tenía complicado.
Pero hoy no: Internet ha democratizado muchas cosas, entre ellas el conocimiento de la obra de muchos fotógrafos. Basta dedicar cinco minutos al Todopoderoso Buscador para acabar ante buenos ejemplos de cualquiera de nuestros fotógrafos favoritos.
¿Y por qué pararse en lo ya conocido? No cuesta nada aventurarse en la búsqueda de nuevos nombres: el caudal de obra gráfica que llega a la red es muy grande. Mira páginas de referencia, lee opiniones de otros en diarios y páginas dedicadas a la fotografía. Seguro que descubres grandes fotos de autores desconocidos. Ver buenas fotografías es un excelente alimento para la creatividad del fotógrafo.
Pero no basta con abonar el suelo creativo con imágenes; hay que hacerlas crecer. Un excelente ejercicio para curarnos del mal de la instantánea es pensar la fotografía. Consiste en imaginar el resultado y manipular la escena de modo activo para obtener la imagen deseada.
Hay muchas formas de hacerlo: obtener un punto de vista diferente de un lugar conocido, esbozar en papel el resultado final, esperar la luz deseada en un paisaje, introducir objetos de manera deliberada en la escena, elegir la pose, el fondo o el atrezzo de un retrato... En definitiva, construir la imagen en nuestra imaginación, y trabajar para conseguirla. No sólo obtendrás mejores fotografías, descubrirás que hacerlo es todo un reto, lleva trabajo y da muchas satisfacciones (además de algún que otro desengaño)
20/11/2013
¡Qué alegría!
Una de mis fotos ha resultado ganadora del I Concurso Fotográfico Ruta dels Ibers València, Fotoibers 2013, organizado por el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia.
Mi enhorabuena a todos los fotógrafos seleccionados (cuyas obras formarán parte de la exposición que se inaugurará el próximo mes) y, en especial, a Emilio Rubio, ganador del segundo premio.
2013 ha sido un buen año en cuanto a concursos; en mayo gané el III concurso fotográfico organizado por la hermandad de María Santísima de las Angustias, perteneciente a la Semana Santa Marinera de Valencia. Mi foto ilustrará la portada del libro de la hermandad correspondiente a la Semana Santa del próximo año.
También en este mes gané el concurso para socios de la AVFD "Fallas 2013"
Lo dicho, una gran alegría.
15/11/2013
Doble salto mortal con tirabuzón.
Cierta parte de la industria fotográfica, y me refiero a algunos fabricantes de cámaras, están jugando a un juego peligroso. A las empresas se les da mal los saltos al vacío, las piruetas acrobáticas. Funcionan mejor cuando pulen un paradigma probado y lo mejoran pasito a pasito; sobre todo, las japonesas.
Esta mañana leía las primeras impresiones sobre las nuevas Sony de paso universal y sin espejo, las Alpha 7 (24 Mpíxeles) y 7R (36 Mpíxeles). Cuando leí su anuncio, me pareció una apuesta arriesgada, dado que Sony lleva invirtiendo mucho dinero y esfuerzo en el desarrollo de la gama NEX, cámaras con sensor APS y sin espejo. Abrir dos frentes con sensores de diferente tamaño, con la incompatibilidad de objetivos que supone, es peligroso, siembra dudas en tu base de clientes y supone aumentar los esfuerzos para desarrollar los elementos básicos de la cámara (medición, enfoque, obturación, etc.) Especialmente en una tecnología que está en su fase inicial. Veamos el porqué de esta afirmación.
Las cámaras sin espejo, sin piezas móviles (salvo el obturador, y ya caerá, ya), son el Santo Grial de los departamentos de desarrollo de todos los fabricantes de cámaras, sdemás de las sucesoras del concepto réflex, que tan bien ha servido a la comunidad fotográfica durante varias decenas de años. Pero la digitalización es imparable y exige sacrificios para mejorar los productos a la vez que se abaratan los costes; los elementos mecánicos de precisión son caros y exigen mano de obra especializada para su montaje, su calibración y su mantenimiento: muerte pues en lugar de susto.
Por contra, las cámaras sin espejo no sólo lo eliminan, se cargan también el subsistema de enfoque y el visor óptico. Todo se hace a partir de la señal de vídeo del sensor, que se lleva a la pantalla trasera, al visor (disponible en la gama alta) y se utiliza por el procesador (ese chip que lo hace todo) para enfocar. Y aquí aparece el principal problema: el sistema de enfoque utilizado en estas cámaras, denominado detección de contraste, es claramente inferior al propio de las cámaras réflex (detección de fase), muy perfeccionado tras décadas de mejoras continuas.
El problema fundamental del rendimiento del enfoque en las cámaras sin espejo es la rapidez de respuesta, lo que las hace inservibles para seguimiento de sujetos en movimiento. Renunciar a la fotografía de acción es inviable para los grandes fabricantes, como Canon y Nikon, por lo que siguen -muy a su pesar- ofreciendo cámaras réflex en sus gamas media y alta. Peor para ellos, piensan los demás, ansiosos por comerse todo el trozo del pastel que puedan arrebatar a los dos grandes.
El tiempo pasa y los que llegaron primero (Olympus y Panasonic), han demostrado que sus cámaras sin espejo son capaces de enfocar a sujetos estáticos con la misma precisión y rapidez que sus equivalentes réflex. Pero hay una limitación insalvable en la detección de contraste si se quiere llegar a un resultado satisfactorio para la foto de acción: la respuesta está en dotar a los sensores de imagen de la tecnología de detección de fase, unificando en un dispositivo las funciones de captura de imagen y de información precisa y rápida para el enfoque.
No voy a aburrirte, querido lextor, con detalles técnicos. Baste decir que, de momento, las cámaras sin espejo siguen sin estar a la altura de sus competidoras a la hora de enfocar sujetos en movimiento; quien más ha avanzado -desde mi punto de vista- es Canon con la 70D, aunque, en un sabio nadar y guardar la ropa, lo utiliza sólo para grabar vídeo, manteniendo el subsistema de enfoque tradicional de las réflex para la captura de fotos.
Y volviendo al origen de este comentario, me sorprende leer en DPRview los pobres resultados del enfoque con sujetos estáticos de la Alpha 7, porque de las dos, es la que incorpora la detección de fase en el sensor, mientras que su hermana de mayor resolución, la 7R, se contenta con el "tradicional" de detección de contraste y ofrece buenos resultados, mejores que los de la 7.
¿Por qué tantos frentes abiertos en una tecnología que necesita pulido y abrillantado? ¿Hemos llegado a la sinrazón de sacar cámaras nuevas que son versiones beta en vez de productos acabados? Yo. de momento, sigo fiel a mi vieja réflex digital que ofrece resultados en vez de promesas incumplidas.
06/11/2013
La nueva moda: cámaras retro
Tras refinar hasta la extenuación el concepto réflex para adaptarlo al sensor digital, comenzó la desbandada. Todos los fabricantes, excepto la santa dualidad (Nikon-Canon), se echaron al monte para acabar con las tripas del sistema réflex: los espejos (que son dos) y el visor óptico: Oly, Panasonic (el chico nuevo en el barrio), Sony, Fuji... Casi lo han logrado, pero no pueden con la física; lo que se ve en un visor electrónico es siempre el pasado.
Bueno, ahí estaban, hasta que a los de Fuji les dio por rescatar el espíritu sesentero, ese de las cámaras de película donde todos los controles eran mecánicos, y a los demás por seguirle. Para los jóvenes y los maduros con mala memoria, me estoy refiriendo a esto (Nikon FE, finales de los 70):
El proceso de la exposición y su control es muy sencillo: primero, se selecciona en la rueda de la izquierda la sensibilidad de la película (y mientras quedase carrete, uno se olvida de este parámetro). Luego, se fija la abertura del diafragma con el anillo situado en el objetivo (parte superior central). Finalmente, se selecciona el tiempo de exposición con la rueda situada a la derecha, hasta que en el visor la aguja del exposímetro queda en el centro. Subexponer o sobreexponer es pan comido: se gira en el sentido de las agujas del reloj un clic el control de la abertura o el del tiempo de exposición para subexponer 1 EV (o al revés para sobreexponer). Simple, coherente y elegante, ¿no?
En la era digital todo es más confuso. En especial, el control de la exposición: varios modos automáticos, escenas, PASM (o PAvTvM en Canon), ruedas, diales, menús... muchas formas de hacer una sóla cosa. A veces la libertad exige pagar un precio. Asombra ver cuántos fotógrafos no tienen claro el método que deben seguir para el cálculo de la exposición, y ni siquiera entienden que se necesite un método para no perderse en una interfaz de usuario tan confusa.
Veamos qué ofrece Fuji en su línea X de cámaras y objetivos "nostálgicos":
La Serie X, a pesar de su apariencia antigua, es un sistema completamente nuevo, tanto en las cámaras como en los objetivos, y dotado de sensor digital. Vemos que la selección de la abertura no ha cambiado, así como el tiempo de exposición. ¿Y la sensibilidad? Se ha perdido el control mecánico; hay que hacerlo al modo tradicional de la era digital: menú y pantalla (o botón y pantalla), pero da lo mismo, hay que pulsar un botón, girar una rueda de control y verificar en la pantalla o en el visor el valor seleccionado.
A cambio, aparece en la parte inferior derecha un control mecánico de la compensación de la exposición, funcional sólo en los modos de exposición semiautomáticos o automático. ¡El pasado nunca vuelve del todo!
Y para cerrar el círculo, veamos cómo Nikon ha reencarnado la FE en su ultimísimo modelo (con sensor digital, of course), un auténtico canto de sirena para nostálgicos de un tiempo que no volverá; la Df.
Resulta familiar, ¿no? La rueda de selección de la sensibilidad a la izquierda (con el extra del control de compensación de la exposición en la parte superior), el control del tiempo de exposición en la parte derecha, un selector del modo de exposición (MASP) en el borde derecho... ¿no falta algo?
Pues falta el anillo de selección de la abertura en el objetivo. Porque el tiempo no pasa en balde, y esos anillos mecánicos se sustituyeron por un control electrónico residente en la cámara. Así que, si te has venido arriba pensando que podrás disparar como lo hacían tus padres y abuelos (o tú, si eres lo suficientemente mayor), olvídalo. Mira más de cerca la imagen: verás dos ruedas de control, situadas en la parte derecha de las caras anterior y posterior de la cámara. La delantera está en posición vertical, mientras que la posterior ocupa la posición horizontal, más habitual. Sintetizando, se mantiene la interfaz de usuario que ha dominado las cámaras de los últimos 20 años, a la que se añade un intento de remake con toda esa profusión de ruedas -y mecanismos de bloqueo-, más estético que práctico.
A pesar de todo y para los atascados que -de verdad- quieran repetir la experiencia del pasado (la cámara es compatible con todos los objetivos de montura F desde la creación del Universo), basta remontarse hacia atrás en el tiempo para encontrar objetivos Nikkor con anillo mecánico de enfoque. Yo mismo he estado tentado durante un par de segundos para vender mi equipo Nikon y comprar la Df, el 35 mm. F2 D, el 135 F2 DC y echarme al monte de la nostalgia... Pero solo ha sido un par de segundos. Mi D700 siguen siendo lo más parecido a un clásico que haya fabricado Nikon en la era digital, y cuenta con una interfaz de uso propia del siglo XXI.
12/07/2012
Más galerías en mi cuenta de Pbase
Ha costado pero al final, tras deshacer mi antiguo formato de página y quedarme sin lugar para colgar mis fotos en La Red, me he decidido,a abrir una cuenta en Pbase e ir colgando, poco a poco, fotos,nuevas y de fondo de armario, que algunas tengo.
Puedes echar un vistazo a la Valencia de hace ocho años y a los aviones históricos de la Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana en el aeródromo de Requena. Espero que te gusten.