20/11/2016

La revolución del momento (I)

Yo sé que a alguno le va a doler, pero no podemos negar la realidad. La fotografía está experimentando una gran revolución, similar en magnitud a la sufrida en el cambio de siglo con el advenimiento de la digitalización y, probablemente, de consecuencias más profundas y duraderas. La fotografía se ha hecho móvil.

Mientras que se hunden las ventas de cámaras y accesorios fotográficos, mientras que los profesionales se quejan de la pérdida de facturación y emprenden aventuras empresariales cada vez más arriesgadas, es fácil pensar que es la fotografía en sí misma la que sufre una grave crisis.

Sin embargo, la realidad es que la fotografía goza de buena salud, aunque ha mutado de forma notable. La llegada del iPhone en 2007 cambió para siempre sus reglas. La ubicuidad de los dispositivos móviles dotados de increíbles cámaras miniaturizadas hasta extremos más propios del mundo del espionaje que de la fotografía convencional, ha alterado irreversiblemente el escenario. La fotografía se ha vuelto móvil.

En el aspecto técnico, se han ganado muchas batallas: las cámaras móviles tienen una resolución más que suficiente, un nivel de ruido digital cada vez más bajo, un enfoque cada vez más rápido y un procesado digital impresionante, gracias a la integración de algoritmos de tratamiento de la imagen en los SoCs, esos chips que son el corazón de cualquier teléfono móvil. Y no van a dejar de mejorar: las dobles cámaras proporcionan dos distancias focales, lo que reduce la necesidad de un objetivo zoom, una de sus mayores pegas. La estabilización óptica ya es posible, como lo demuestran los últimos modelos de móviles, así como el enfoque por diferencia de fase.

Las cámaras convencionales ven acortado su campo de acción a situaciones especiales: rangos focales extremos (teles y superangulares), enfoque rápido y preciso de sujetos en movimiento, escasa profundidad de campo para la producción de grandes desenfoques, nivel de ruido reducido en exposiciones de gran duración. En resumen, su utilización sólo es necesaria en determinadas disciplinas fotográficas: deportes, fauna salvaje, astropaisaje, macrofografía...

La evolución tecnológica de las cámaras móviles ha sido tan rápida que, para la inmensa mayoría de las personas que hacen fotos, el móvil será la única cámara que poseerán a partir de ahora. Pero no sólo se trata de tecnología, como veremos en la segunda parte de este artículo.