12/04/2022

Calibrar y perfilar el monitor con SpiderX Pro (3ª parte)

Perfiles de color ICC

En el mundo de la gestión del color, un perfil de color ICC es un conjunto de datos que caracteriza a un dispositivo de entrada, a un dispositivo de salida o a un espacio de color, según los dictados del Instituto Internacional del Color (ICC son sus siglas en inglés, como siempre). El concepto es confuso, ya que el mismo nombre sirve para funciones distintas.

En nuestro caso, nos interesa el perfil de color ICC para caracterizar -o sea, describir el comportamiento-  de un dispositivo de salida: nuestro monitor. Toma la forma de un fichero con extensión .icc o .icm, ¿Qué datos se incluyen en el perfil? Eizo, fabricante de monitores para el mercado profesional, lo describe así: "Un perfil de monitor es un fichero de datos que muestra los colores que el monitor es capaz de mostrar. Esta información permite mostrar correctamente los colores de acuerdo a un espacio de color establecido, independientemente de las características individuales de cada dispositivo utilizado".

El perfil del monitor establece las correcciones que hay que aplicar a cada color (definido por tres valores: luminosidad, matiz y saturación) del espacio de color en el que se codifica la imagen mostrada para que el resultado sea el más próximo al color correcto. Obviamente, hay que medir el monitor con un dispositivo sensible al color (el calibrador) para determinar los errores y construir el fichero con el perfil. Esta labor se conoce como calibración, aunque, como luego veremos, este término implica otras tareas previas, así que prefiero llamarlo "perfilado" para distinguirlo del conjunto de tareas previas al que llamaré "calibración". La calibración más el perfilado constituye el proceso de ajuste del monitor.

El perfil ICC del monitor sólo es válido para uno de los posibles estados del monitor, definido por los parámetros que denominaos objetivos de calibración en la primera parte de este artículo. Es decir, el perfil del monitor para una luminosidad de 100 cd/m2, 5.000 K de temperatura de color y una corrección Gamma de 1,8 no se puede utilizar si el monitor está regulado a 120 cd/m2, 6.500 K y Gamma 2,2, y evidentemente tampoco se puede utilizar con dos monitores, aunque sean de la misma marca y modelo, pues cada unidad fabricada tiene un desempeño único debido a las tolerancias existentes en el proceso de fabricación. Incluso un mismo monitor, con el uso y el paso del tiempo, cambia su comportamiento visual, por lo que debe reajustarse cada cierto tiempo.

El resultado del perfil ICC del monitor contiene tres curvas de luminosidad, correspondientes a los colores rojo, verde y azul, que se cargan en una zona de memoria de la tarjeta gráfica conocida como la tabla de correspondencias (LUT por sus siglas en inglés), ya que es la tarjeta gráfica la encargada de traducir el color teórico al valor más aproximado del monitor gracias a los datos almacenados en la LUT. Huelga decir que si conectamos más de un monitor a la misma tarjeta gráfica necesitaremos que ésta disponga de tantas LUT como monitores conectemos si queremos mantener la calibración individual.

Ajuste del monitor.

En este apartado describiré cómo es un proceso de ajuste del monitor, independientemente de la solución de calibarción que elijamos. En la siguiente y última parte de este artículo, particularizaré este proceso para la solución de Datacolor y su SpyderX Pro.

El ajuste del monitor se puede realizar de dos formas diferentes: considerando o no la influencia de la luz ambiente. En el poner caso, el proceso mide la luz ambiente con el calibrador que mide la luz del monitor y establece los objetivos de calibración (luminancia y temperatura de color) en función de la luz ambiente. Hay calibradores que se dejan conectados al ordenador y se sitúan sobre la mesa del monitor para medir la luz ambiente cada cierto tiempo y avisar cuándo ésta ha cambiado sustancialmente y se requiere un nuevo ajuste del monitor o la carga de un nuevo perfil. En el segundo caso, se da por hecho que la luz ambiente es estable y compatible con los objetivos de calibración elegidos por el usuario. Aconsejo ajustar el monitor sin tener en cuenta la luz ambiente, porque da resultados más consistentes con el objetivo perseguido, y desde la proliferación de lámparas LED ajustables, es muy sencillo actuar sobre la luz ambiente y llevarla a un estado compatible con la luminosidad y la temperatura de color elegidos para nuestro monitor.

Tareas previas.


Establecer los objetivos de calibración deseados (corrección Gamma, luminosidad y temperatura de color). Ya hemos visto anteriormente cómo elegirlos.

Identificar los controles del monitor y el funcionamiento del menú en pantalla con el que se ajustan sus valores; es aconsejable tener el manual disponible para esta tarea.

Utilizar la opción del menú que restaura los controles del monitor a los valores establecidos en origen por el fabricante.

Ajustar los parámetros del sistema operativo (Windows 11 en mi caso) para que el monitor no se apague cuando no haya actividad (Configuración > Sistema > Inicio/Apagado > Pantalla y suspensión). Elegir "Nunca" para todos los apartados mostrados. De esta forma evitaremos que la pantalla se quede sin señal durante el proceso de perfilado, en el que se muestran diferentes colores para que el calibrador realice las mediciones.

Esperar al menos media hora de funcionamiento ininterrumpido del monitor antes de iniciar el ajuste. El motivo es asegurarse que la luz trasera ha tenido tiempo de estabilizarse y que no variará a lo largo del proceso.

Si el monitor dispone de ajuste de la corrección Gamma, estableceremos el valor definido como objetivo de calibración.

Inclinar hacia atrás el monitor para que el calibrador repose sobre su superficie sin que quede un hueco por arriba por el que pueda llegar luz externa al sensor. Conectamos el calibrador a un puerto USB y lo situamos en la posición de la pantalla indicada por el programa de control, utilizando el contrapeso que acompaña al calibrador y que se desliza por el cable USB, hasta que el calibrador esté situado correctamente.

Calibración.


En esta fase y con el calibrador situado sobre la pantalla del monitor. lo primero que nos pedirá el programa es que ajustemos la temperatura de color. La temperatura de color se puede establecer de dos maneras, según cada monitor. Los más sencillos muestran una lista de valores entre los que hay que elegir uno concreto. Lo más probable es que contengan tanto 6.500 K como 5.000 K, los valores más utilizados, que por cierto se conocen también por las siglas D65 para el primero y D50 para el segundo. Desafortunadamente este control no permite el ajuste fino, por lo que habrá un error entre el valor establecido y el valor realmente medido por el calibrador. Este hecho aconseja que, ante la compra de un monitor para fotografía, nos decantemos por modelos que dispongan de ganancia independiente para cada canal de color.

Los monitores de media y alta gama disponen de controles para modificar la ganancia individual de los tres canales de color R, G y B, lo que nos permite ajustar la temperatura de color a cualquier valor que deseemos y -lo más importante- utilizar el calibrador para medir la temperatura de color real y obtener un ajuste preciso, al igual que ocurre con la luminosidad. Veamos en detalle cómo se hace, pues es más complicado de lo que parece a simple vista. El programa del calibrador muestra el valor objetivo de la temperatura de color, el valor actual medido por el calibrador y tres barras con la ganancia real de los tres canales de color. Dado que hemos restaurado el monitor a los valores de fábrica, en el menú del mismo los tres canales estarán ajustados a su valor máximo (100) en una escala de 0 a 100. Aunque hay muchas combinaciones de los tres canales que dan la temperatura de color objetivo, el valor correcto es el que mantiene al menos un canal a su valor máximo, pues garantiza la temperatura de color buscada reduciendo al mínimo la pérdida de luminosidad. Para conseguirlo observamos cuál es el canal con el valor máximo medido por el calibrador, y reducimos ligeramente su ganancia con los controles del monitor. Volvemos a medir hasta que sea otro el canal de mayor señal, y repetimos el proceso con éste, hasta que los tres canales den la misma lectura del calibrador, lo que se corresponde con la temperatura de color objetivo. Por ejemplo, en mi monitor y para 6.500 K los controles han quedado establecidos en 85 (rojo), 94 (verde) y 100 (azul).

En el paso siguiente el programa nos pide que ajustemos la luminosidad. En todos los monitores hay control de luminosidad (a veces llamado brillo), pero también existe en algunos el control del contraste. lo que puede ser un problema si el programa del calibrador no tiene en cuenta su ajuste, como es el caso en el SpyderX Pro. En este caso lo mejor es dejar el contraste en el valor de origen. El ajuste de la luminosidad al valor objetivo se consigue utilizando el calibrador para medir el valor correspondiente hasta que la ajustemos correctamente con el control del monitor, lo que resulta sencillo gracias a que sólo hay un control que modificar.

Perfilado.


A partir de este punto, el proceso de ajuste sigue sin necesidad de nuestra intervención. El programa que controla el calibrador mostrará una serie de fondos o parches de color que leerá el calibrador hasta que finalice el proceso y haya creado el perfil ICC para nuestro monitor. En este punto el programa nos pide que retiremos el calibrador, nos informa del resultado del ajuste (incluso puede que muestre una ventana donde podemos conmutar la visualización del monitor con y sin el perfil activado, para que notemos su impacto visual) y, finalmente, nos pide el nombre del perfil y si queremos guardarlo en la carpeta del sistemas de Windows destinada a la gestión del color:

(C:\Windows\System32\spool\drivers\color).

En teoría, Windows es responsable de cargar el perfil de color establecido por el programa de control del calibrador y actualizar la LUT de la tarjeta gráfica. Desgraciadamente hay una historia de fallos en la gestión del color en Windows, lo que hace que cuando se apaga el monitor por motivos de ahorro de energía o cuando se reinicia sesión con otro usuario, a veces Windows descarga la LUT y se "olvida" de volverla a cargar con los valores correspondientes del perfil. Es verdad que a cada versión nueva esto pasa con menos frecuencia, pero yo lo he detectado hasta Windows 10. Por este motivo y durante la instalación de las aplicaciones del calibrador, hay fabricantes que instalan un monitor de calibración que se inicia en el arranque del sistema y que, entre otras funciones, se encarga de cargar periódicamente la LUT con los valores del perfil asignado al monitor y de recordarnos cada cierto tiempo que es hora de reajustar el monitor. Ambas funciones permiten elegir a) cada cuanto tiempo se recarga la LUT (10-15 minutos es razonable) y b) cuando avisarnos para proceder al reajuste (3-6 meses es más que suficiente).

Representación de los colores fuera de la gama del monitor (rendering intent)

Hasta ahora he evitado hablar de la administración del color de Windows 10/11. Primero, porque no es necesario si instalamos los programas que acompañan al calibrador y entre éstos se incluye el monitor de la calibración, que resuelve por su cuenta la carga de la  LUT en caso de que Windows se "despiste". Segundo, porque no es nada intuitiva. Pero hay un aspecto que merece la pena comentar: la representación correcta de los colores de la imagen que están fuera de la gama de colores que el monitor es capaz de representar.

Todo lo que sigue a continuación no tendría sentido sin la creación del perfil de color del monitor con un calibrador, que registra fielmente la gama de colores que puede mostrar, paso imprescindible para que el sistema operativo y a las aplicaciones muestren correctamente las imágenes. Entre ellas, las aplicaciones de procesado de fotografía y vídeo ocupan un lugar predominante y son las principales beneficiarias de la utilización del calibrador.

Como vimos en el apartado destinado a los espacios de color, el monitor es incapaz de representar todos los colores visibles para el ojo humano (entendiendo por color el conjunto de tres valores, luminosidad, matiz y saturación). Al conjunto de colores que puede representar lo denominaremos gama de colores del monitor. Mientras que la imagen a representar tenga sólo colores de dicha gama, no hay nada que impida su visionado correcto en el monitor pero, ¿qué pasa si la imagen dispone de una gama de colores más amplia que el monitor? En particular: ¿cómo representamos los colores que caen fuera de la gama de colores del monitor? La solución consiste en una transformación o función matemática que a cada color de la imagen le asocia un color de destino perteneciente a la gama de colores del monitor. La imagen, así transformada, se puede representar sin problema alguno, ya que todos sus colores pertenecen a la gama de colores del monitor. En inglés se denomina Rendering Intent y Windows le llama Representación del color predeterminada.

Hay cuatro transformaciones o funciones utilizadas habitualmente:
  • Colorimétrica absoluta.
  • Colorimétrica relativa.
  • Perceptual.
  • Saturación.
Como suele ocurrir en la gestión digital del color, cada función tiene un objetivo específico y sirve a un tipo de imágenes, a un uso concreto o a un sector determinado. Por ejemplo, Saturación respeta la saturación de los colores transformados a costa de la luminosidad, por lo que se utiliza para imágenes de colores sólidos en publicidad, logotipos, presentaciones, etc. Para fotografía las dos más utilizadas son la Colorimétrica relativa y la Perceptual. Sin entrar en detalles técnicos, la primera es más respetuosa con la luminosidad de las distintas zonas de la imagen, mientras que la segunda produce una gama de colores lo más parecida visualmente a la original.


Para acceder a la gestión del color en Windows basta buscar el término Administración del color, y al pinchar en el resultado aparece la ventana superior. Primero hay que seleccionar el dispositivo a configurar, que en mi caso es el monitor conectado a la tarjeta gráfica de mi PC. En el centro se ve que hay un perfil ICC asociado a este dispositivo como predeterminado, y que está activada la casilla Usar mi configuración para este dispositivo, tareas realizadas por el programa de calibración y perfilado cuando ha actualizado la configuración del color de Windows al generar el perfil. Accediendo a la pestaña Opciones avanzadas, obtendremos: 


En primer lugar las siglas WCS son las iniciales (en inglés, ¡cómo no!) del sistema de color de Windows, parte integral del sistema operativo. La opción que nos interesa es Representación del color predeterminada y tiene como valor por defecto Predeterminado del sistema (Perceptual). Aquí tengo que advertir que todo lo que hemos visto en esta ventana y la anterior sólo afectan al usuario conectado, porque la gestión del color se establece independientemente para cada usuario. Si queremos modificar la configuración del color para todos los usuarios, pincharemos en el botón Cambiar los valores predeterminados del sistema... En este momento es fácil confundirse, porque aparece esta ventana:


Aunque es aparentemente igual que la primera, salvo que nos fijemos en su título y en la ausencia de la opción Usar mi configuración para este dispositivo, los cambios que realicemos aquí afectarán a todos los usuarios y se guardarán como valores por defecto del sistema. Si no aparece el perfil creado por el calibrador, es el momento de seleccionarlo y definirlo como perfil predeterminado. Al igual que antes, en la pestaña Opciones avanzadas tenemos:


Se observa que la Representación del color predeterminada tiene el valor Perceptual, a diferencia de la configuración para el usuario en curso, donde se indicaba que Perceptual era un valor heredado de los predeterminados del sistema. Por tanto, es aquí donde debemos establecer la función para la conversión de los colores fuera de gama, de entre estas cuatro posibles:



El valor Gráficos de negocio probablemente se refiera a la función Saturación, pero no lo puedo asegurar al cien por cien. Lo mismo da, es algo irrelevante para nuestro propósito.

Antes había comentado que las dos funciones más utilizadas en fotografía son Colorimétrico relativo y Perceptual, aunque existe una cierta preferencia por esta última. Yo la he utilizado siempre y me ha dado buenos resultados, por eso la aconsejo.

No estamos buscando una solución a un problema inexistente, pues las cámaras digitales actuales montan sensores cuya capacidad para registrar colores excede a la capacidad de los espacios de color sRGB y Adobe RGB. Si almacenamos las fotos en formato RAW y las procesamos con aplicaciones que respetan la gestión del color tales como Lightroom, Photoshop o Capture One, cada vez que se visualicen en el monitor habrá colores que no se puedan mostrar directamente dado que su capacidad para representarlos es menor que la capacidad de la cámara para registrarlos. De aquí la importancia de la función de transformación y su elección correcta.

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