Introducción
El monitor es el equivalente digital de los ojos del fotógrafo. Conviene, pues, asegurar su fidelidad en la reproducción de las imágenes que muestra, en especial cuando las editamos.
Hay muchas formas de conseguirlo. En este artículo y en sucesivos comentaré la más exacta: el ajuste del monitor del PC con el sistema operativo Windows 11 mediante el calibrador, un dispositivo físico controlado por un programa específico, cuyo objetivo es ajustar la reproducción del monitor a los estándares de reproducción de las imágenes.No hay un modo único o "correcto" de representar las imágenes en un monitor conectado a un ordenador, Dependiendo del uso de las mismas, hay que elegir entre diversos parámetros u objetivos de ajuste que determinan cómo se verán las imágenes en el monitor ajustado. Por ejemplo, no se deben representar por igual las imágenes que se destinen a visualizarse en otros dispositivos digitales que las que van a ser impresas o positivadas. En definitiva, elegiremos los objetivos de ajuste a partir del destino final de nuestras imágenes.
Empecemos por conocerlos y definirlos. Los objetivos a fijar antes de comenzar el proceso de ajuste son:
- Corrección gama
- Luminosidad
- Temperatura de color
Objetivos de ajuste.
Corrección gamma.
El más complicado de entender, pero el más sencillo de elegir. La corrección Gamma tiene en cuenta que la respuesta del ojo humano a los diferentes niveles de luminosidad no sigue una escala lineal, y por tanto hay que compensarla para que las imágenes se muestren tal como nuestro cerebro espera verlas. Si se aplicase una escala lineal (corrección Gamma igual a 1), las imágenes tendrían una gran parte de blanco y apenas tonos oscuros.
El valor tomado actualmente como estándar, al menos en entornos Windows, es una corrección Gamma de 2,2.
Luminosidad
El valor de luminosidad correspondiente al blanco puro se establece con el control de luminosidad o brillo del monitor, y su valor afecta, evidentemente, a la luminosidad total de la imagen. Si la luminosidad del monitor fuese muy elevada, al editar la imagen tenderemos a reducirla y, por tanto, al visionarla en otras pantallas con menos luminosidad o al imprimirla, la imagen se verá más oscura que durante el proceso de edición. Por contra, si elegimos un valor muy bajo, en la edición aumentaremos la luminosidad de la imagen y, como resultado, se verá mas clara en otras pantallas o en la copia en papel.
La luminosidad se mide en candelas por metro cuadrado (cd/m2), y los valores más utilizados dependen del uso que vayamos a dar a nuestras imágenes. Para visualización en otros dispositivos digitales lo normal es elegir 120 cd/m2, mientras que para positivado o impresión los valores utilizados oscilan entre 90 y 100 cd/m2. Aquí tenemos un primer problema: ¿qué valor elegir si editamos imágenes tanto para su visualización como para su impresión? Hay que tomar una decisión, pues sólo podemos elegir un valor. Lo normal es elegir un valor intermedio, como 110 o 105 cd/m2.
El segundo problema que aparece cuando se fija el valor de luminosidad del monitor es la luz ambiente del entorno donde reside el monitor. Para edición de imagen se recomienda que la luz ambiente cumpla tres características: primero, que sea indirecta para minimizar la luz incidente sobre la pantalla. Segundo, que se ajuste a la intensidad del la luminosidad del monitor, para que éste no resulte ni demasiado brillante ni oscuro. Y tercero: que la temperatura de color sea similar a la establecida en el monitor.
La primera característica se consigue iluminando con lámparas de sobremesa que concentren su luz en la mesa, en especial en la zona del teclado y del ratón. Hay que evitar que la mesa tenga colores muy oscuros o claros; lo ideal es un gris ligeramente claro.
La segunda, y probablemente la menos intuitiva, exige ajustar la intensidad de la luz ambiente a la previamente fijada en el monitor y no al revés, como parecería lógico si la lampara no tuviese intensidad regulable. Por tanto, necesitamos una fuente de luz que sea regulable en intensidad y, como veremos más adelante, en temperatura de color.
La tercera característica la trataremos en el siguiente apartado.
Temperatura de color.
Los monitores son dispositivos que reproducen el color mediante una fuente propia de luz, lo que se conoce como sistema aditivo de creación del color. La naturaleza del espectro de colores que uan fuente de luz es capaz de reproducir se establece comparándolo con el espectro producido por un cuerpo negro calentado a una determinada temperatura, medida en grados Kelvin (K). Por esta razón la temperatura de color se mide en estas unidades, aunque no tenga nada que ver con la temperatura a la que funciona la fuente luminosa del monitor.
Dos observaciones. En primer lugar, el cuerpo negro es un concepto teórico. ¿Por qué se utiliza para medir las fuentes de luz? Porque la principal fuente de luz natural de nuestro planeta, el Sol, tiene un espectro de emisión de colores muy parecido al de un cuerpo negro a temperaturas comprendidas entre 5.700 K y 6.000 K. Por tanto, es un buen patrón de medición.
En segundo lugar el espectro de colores, formado por luz de múltiples longitudes de onda, no se puede caracterizar sólo por un parámetro (la temperatura del cuerpo negro equivalente), por lo que se suele añadir en segundo parámetro, llamado índice de reproducción cromátida o CRI por sus siglas en inglés, que indica, en una escala de 0 a 100, la similitud con el espectro de color de la luz emitida por un cuerpo negro, siendo 0 el peor valor posible y 100 la coincidencia perfecta. Evidentemente, a la hora de elegir un monitor es deseable que su fuente de luz tenga el CRI lo más alto posible, pero no afecta a su ajuste a efectos prácticos, por lo que podemos olvidarnos de él.
Al igual que en el parámetro anterior, la temperatura de color óptima varía según el uso que le demos a nuestras imágenes. Para visionado en otros dispositivos digitales el valor recomendado es 6.500 K, mientras que para positivado o impresión el valor óptimo es 5.000 K. Nuevamente debemos tomar una decisión intermedia si editamos imágenes tanto para visualización como para impresión, aunque lo ideal es tener dos sistemas de procesado con sendos monitores calibrados uno para visualización (120 cd/m2 y 6.500 K) y otro para impresión (100 cd/m2 y 5.000 K), En mi experiencia de muchos años procesando imágenes, 100 cd/m2 y 5.500 K es una buena aproximación para uso mixto.
Para que el efecto de la luz ambiente sea el más neutro posible en cuanto a la reproducción de color, es conveniente que su temperatura de color sea regulable y se establezca en el mismo valor que el elegido para el monitor. Existen modelos de lámparas led de sobremesa que disponen tanto de regulación de la luminosidad como de la temperatura de color, siendo las apropiadas para iluminar el entorno de trabajo del monitor.
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