Fotos, ¡ni hablar! |
Historias, siempre habrá que contarlas y siempre se contarán. Es un rasgo propio del ser humano, forma parte de nuestra identidad como especie social y cultural. Y durante casi un siglo, la fotografía ha estado en la pomada de las historias contando al mundo lo que pasaba, haciendo creíbles unos textos que cobraban vida porque veíamos lo que narraban. La imagen estática hacía de notario de la realidad.
Pero las coas cambian, los tiempos adelantan que es una barbaridad y la fotografía documental languidece arrinconada por nuevas formas de narrar la realidad, más inmediatas e inmersivas como el vídeo ubicuo (cámaras de seguridad, teléfonos móviles) y lo que está por venir, como la realidad virtual.
Entonces, ¿debemos decir adiós a esa magnífica rama de la fotografía y echar definitivamente la toalla? No, no, no y mil veces no. Aunque sólo sea por devolver un poquito de lo que los nos han legado tantos y tantos genios de la fotografía y del periodismo a lo largo de casi cien años, aunque sólo sea por el placer de extraer una brizna de la realidad o de la belleza oculta en ese instante mínimo que capturan juntos el fotógrafo y la cámara, aunque sólo sea porque sí, porque nos gusta la fotografía y porque disfrutamos siendo testigos de esa gota de espacio y tiempo que nos ha tocado vivir.
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