Leyendo el interesante ensayo sobre la superpoblación de nuestro planeta "La cuenta atrás", de Alan Weisman, me viene a la cabeza el impacto medioambiental de nuestra afición tan querida: la fotografía.
Hay muchos factores que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar el impacto medioambiental de cualquier actividad humana por lo que un cálculo preciso está completamente fuera del alcance de este artículo, pero es bueno reflexionar un poquito sobre el particular.
Está claro que la fotografía, al sustentarse sobre productos y servicios concretos, tiene un impacto en nuestro entorno. Por simplificar, vamos a centrarnos en un aspecto prioritario que ilustra bien el problema: la huella del carbono.
Se entiende por huella del carbono «la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto». Normalmente se suele reparar en el CO2, que es, con mucho, el más preocupante por su impacto en el cambio climático al que estamos abocados.
Algunas de las preguntas que nos podemos hacer son: ¿Cuántas emisiones de CO2 se producen como resultado de nuestra actividad fotográfica? ¿Aumenta o disminuye la emisión global de este gas como consecuencia del paso de la fotografía química a la digital? ¿Es posible disfrutar de nuestra afición y reducir su impacto medioambiental?
La primera es muy difícil de responder, al menos con las herramientas y los datos disponibles. Los fabricantes deberían dar respuesta, ya que son ellos los que tienen datos precisos del consumo de recursos involucrados en la fabricación y reparación de nuestro material fotográfico. Además, intervienen productos y servicios ajenos a la industria fotográfica en el ciclo de vida de nuestras fotografías, como los ordenadores, servidores y sistemas de comunicaciones de Internet sin los que la fotografía actual no se puede concebir.
Lo que sí podemos hacer es calcular nuestra huella personal de carbono (Aquí tienes un ejemplo sencillo de calculadora) y ver qué factores son los que más influyen. De esta forma nos podemos hacer una idea de qué actividades asociadas a la fotografía son las que más consumen. Si, por ejemplo, hago muchas fotos cerca de donde vivo, el consumo de energía eléctrica del ordenador que utilizo para almacenar, editar y publicar mis fotos se lleva la palma. Si, por otro lado, mi estilo de fotografía se basa en viajes largos a países exóticos, es la huella de estos viajes -normalmente en avión- el factor más importante a tener en cuenta.
La segunda pregunta tiene una respuesta clara: "Depende". Si consideramos la huella de una foto, la transición a digital ha tenido un efecto enormemente beneficioso. Piensa que cada carrete de antaño obligaba a su fabricación, transporte a la tienda, desplazamiento del cliente a la tienda para comprarlo, otro desplazamiento para revelarlo, un tercero para recoger las copias en papel, la fabricación y el transporte del papel y de los elementos químicos del proceso, las máquinas del laboratorio, el transporte entre éste y la tienda... ¡y todo para que saliesen bien sólo unas cuantas fotos!
Foto a foto, no hay color: la adopción de la fotografía digital ha tenido un impacto muy beneficioso para el planeta, pero siempre hay un lado oscuro en todo avance tecnológico, y en este caso es obvio: ahora se hacen y conservan muchas, pero muchas más fotos que antaño. Y su uso se extiende más, al disponer de Internet para almacenarlas y distribuirlas. No es apenas conocido y es un dato poco preciso, pero las estimaciones más serias -y optimistas-, indican que Internet consume un 10% de toda la energía eléctrica de la Tierra. Como se puede ver, mover nuestras fotos por Internet no es gratis desde el punto de vista medioambiental.
La tercera pregunta tiene una respuesta algo decepcionante, aunque también positiva. No se trata de dejar de hacer fotos por no contaminar; este principio, llevado a su extremo, produce un resultado inquietante: los muertos son los mejores ecologistas, ya que no consumen y, bien aprovechados, pueden servir de abono y alimento para otras especies. No, no se trata de hacer ecología-ficción, sino de tomar conciencia y utilizar lo que tenemos con mesura, en especial las horas y horas que nos pasamos delante de ordenador en tareas relacionadas con la fotografía. Aquí os dejo algunos consejos que, aunque modestamente, ayudan a mejorar la eficiencia energética y, por tanto, a reducir la producción de gases de efecto invernadero.
- No compres el ordenador más potente: un i7 no es mejor que un i5 o un i3 a la hora de procesar fotos; sólo un poco más rápido. Cualquiera de estos modernos procesadores mueven las fotografías con alegría; esperar cinco minutos más cuando se importan 400 fotos a Lightroom no va a arruinar nuestra vida y sí que va a tener un impacto económico y medioambiental positivo en el consumo eléctrico.
- No dejes el ordenador enchufado horas y horas sólo porque tienes planeado utilizarlo más tarde. Cuando no lo utilices, apágalo.
- Configura adecuadamente el ahorro de energía de tu sistema operativo. Elige un perfil agresivo a la hora de apagar elementos de tu ordenador que no se utilizan.
- No aceptes como solución las fuentes de alimentación directamente conectadas a enchufes, como las que llevan los discos duros externos, las impresoras, etc. Instala una regleta con interruptor físico y apágala cuando no utilices estos dispositivos, que son como pequeños vampiros que chupan, poquito a poquito, la energía eléctrica de tu hogar.
- Desvía tareas de tu ordenador a tu móvil o tableta. Por ejemplo, navegar por internet o gestionar el correo son actividades que se hacen estupendamente en una tableta, decentemente en los nuevo móviles de gran pantalla y a un coste energético mucho menor.
- Alarga la vida útil de tu ordenador y, si finalmente te desprendes de él y sigue funcionando, dónalo a alguna asociación que lo reutilice para fines sociales. Evitarás el coste de su reciclaje a corto plazo y darás una oportunidad a otros de usarlo.
En fin, muchos pocos hacen algo grande. Entre todos ayudaremos a mejorar nuestra vida y la de los que vienen detrás.
Muy buenas reflexiones Amando. Las sociedades industrializadas deberíamos tener más conciencia del consumo desorbitado de energía actual.
ResponderEliminarComparto totalmente la idea de Alan respecto a la superpoblación. Este dato es terrorífico: desde el año 1970 hasta ahora la población del planeta se ha duplicado. ¡En solo 40 años!.
Como parte positiva, y haciendo referencia a tus últimos consejos, decir que afortunadamente el consumo de electricidad de los modernos ordenadores se ha reducido en gran medida. Los procesadores han mejorado mucho en ese sentido. La reducción de calor es remarcable.
Muchas gracias por tus comentarios. Estaré atento al próximo.
Buenos días.
Ángel Polo