El mundo no deja de cambiar y de sorprenderme, Si el fin de la semana santa nos ha dejado fotos absurdas de fotógrafos robando el protagonismo a las procesiones, inundando de cámaras el espacio alrededor de las imágenes, más rara es la noticia que acabo de leer y que confirma mis temores sobre el peligro fotográfico que viene del cielo.
El caso es que, como decía, se ha publicado en Internet un vídeo tomado por una cámara Gopro, literalmente caída del cielo. La historia es ésta: Leif Orstadius, sueco de Gingelstad, paseando por el campo se encontró tirada y perdida una cámara GoPro. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que la cámara se había desprendido del casco de un paracaidista en caída libre, y que el vídeo de la caída se había conservado intacto, a pesar del mayúsculo coscorrón contra el suelo.
Éste es el vídeo.
La historia completa puedes leerla aquí.
Los drones se han convertido en tema de conversación en las tertulias de fotógrafos; lógico, ya que la red está inundada de vídeos tomados desde el privilegiado punto de vista de estos dispositivos volantes. En más de una ocasión he comentado que algún día ocurrirá una desgracia, cuando un dron sin control caiga sobre alguna persona y provoque un accidente o, pero aún, una muerte. Da igual que se intente regular el manejo y el espacio permitido para su uso: con lo baratos que son y la absoluta falta de control en los puntos de venta, es cuestión de tiempo que se produzca la fatal desgracia y nos llevemos las manos a la cabeza ante la falta de medidas de las autoridades competentes.
Mientras tanto, habrá que mirar de vez en cuando al cielo, no sea que veamos aparecer un inesperado regalo fotográfico de las alturas. ¡Qué cosas tiene el progreso!
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