Que la industria fotográfica está sufriendo su mayor crisis desde la llegada de la digitalización, es incuestionable. En este mundo en el que vivimos los indicadores de las crisis son las ventas y los beneficios, y ambos están en caída libre. Las ventas de cámaras digitales en el mundo no hacen más que disminuir, mes tras mes y año tras año, como se ve en este gráfico demoledor (para la industria) confeccionado por CIPA, organización que agrupa a los principales fabricantes de equipos fotográficos:
Los datos interanuales son igual de dolorosos: si en 2012 se vendieron 98 millones de cámaras, en 2013 fueron 63. Y, por primera vez, no hay segmento del mercado que se libre, ni siquiera el formado por las cámaras de objetivos intercambiables, que año tras año resistía con subidas de ventas. Toda la industria está en declive.
Tiempo de penurias, pero también tiempo de innovación: las grandes empresas tienen mucha inercia corporativa, lo que las hace reaccionar sólo cuando le ven las orejas al lobo. Tras la consolidación del teléfono móvil como cámara compacta, los fabricantes han seguido el camino obvio, primero fomentando la venta de cámaras réflex de sensor APS-C, para centrarse después en las réflex de sensor "grande", antes llamado de paso universal y ahora FF. Todo en vano, la hemorragia no cesa.
Paralelamente, los fabricantes más afectados, y en esta categoría caen todos menos Canon y Nikon, han apostado por la cámara de objetivos intercambiables sin espejo. En esta campo se está produciendo una evolución muy rápida y paralela a sus hermanas réflex, que consiste en aumentar el tamaño del sensor pasando del estándar micro cuatro tercios a APS-C, para acabar en el sensor de paso universal. Y toda esta evolución se produce sin que la tecnología de base esté lo suficientemente desarrollada, especialmente en el apartado de los visores electrónicos y la capacidad de enfoque a sujetos en movimiento. No importa, el tiempo se acaba y las cuentas no salen. Hay que desarrollar y lanzar nuevos productos, porque a la industria le va la vida en ello.
Un ejemplo a destacar es la gama Alpha 7 de Sony, una incursión agresiva en el mercado de cámaras intercambiables sin espejo con sensor de paso universal. Los modelos se suceden a gran velocidad, son más compactos, ligeros y baratos que sus hermanas réflex y están disponibles en tres resoluciones diferentes: 12, 24 o 36 Mpíxeles. Increíble. Como ejemplo, la reciente Alpha 7 II de 24 Mpíxeles y estabilización en la propia cámara.
Estoy convencido de que la tecnología réflex será la gran víctima de esta situación. Su dependencia de la óptica en el visor y el sistema de enfoque, y de la mecánica en el espejo y el obturador, las hace caras de fabricar y de mantener. Por contra, la tecnología sin espejo relega la óptica y la mecánica a mínimos, al menos en el cuerpo (los objetivos son otro cantar). Así se consiguen cámaras más baratas de fabricar y con mucho menos mantenimiento, lo que se traduce en precios menores y mayores márgenes.
¿Cuándo veremos el punto de inflexión en este proceso? Cuando Canon, y en menor medida Nikon, anuncien su gama de cámaras sin espejo, compatibles al 100% con su gama actual de objetivos. Éste será el último clavo en la tapa del ataúd de las réflex, y ya puestos a especular, no creo que pase 2015 sin que uno de las dos grandes lo anuncie. El tiempo apremia.